miércoles, 27 de mayo de 2009

Dulce muerte consentida


Anhelo tanto como consiento sin mi permiso. Sabiendo que nunca seré alguien más. Sin papeles, con un papiro de jeroglíficos tatuados a golpe de cariños en la patera del alma, soy.. Podrá el mundo fundirse en el fuego de fatuas perdiciones y llevarme a los vértices de esferas incandescentes. Podrá el hielo revolverse en inmensos cubitos de momentos y vestirme de estatua intencionada.                                                                                                                                 

A veces lloro.. Y lloro sin querer parar el llanto de la dulce muerte que alimenta mi vida, desatada de sensibilidad sin cruces ni avenidas. Aquella que crece en lo inhóspito del desierto y se acurruca  en  los estrechos recovecos suaves y frescos que habitan entre polvo de recuerdo y espejismos. 

Mis lágrimas tienen el sabor de un hoy que no alcanzo a abrazar mientras aprieta la entrega incondicional de esta que suscribe. Van con ellas mis esencias paridas y aprendidas. Mis pares y mis nones. Toda mi existencia tangible y practicable en un mundo, mi mundo, sin apéndice; sin prólogo ni epílogo. 

Y lloro.. Sin saber porqué  ni para que soy tan indispensable allá en la nada. Pasaré a la posteridad por un encanto, por una mirada, por lo que encontré y entregué. Pero nunca, por pender de mis sueños el escapulario del olvido. 

martes, 12 de mayo de 2009

Noches de chances embaucados


Hay noches de chances embaucados. Noches reveladas en las que salen las entrañas para gritar hacia adentro. Conspiran las sensaciones habitando lo irrazonable de nuestra intención, condensando las emociones en un borbotón sobre el que giramos dibujando un bucle que sube y baja, buscando el infinito determinado en un todo impredecible...

Queremos, sabemos, sentimos lo que va con las olas de un mar  de espumas acaracoladas que fue y será  tan solo lo que fragua un sueño desposeído. Admitimos lo mejor y lo peor de cada momento de fuegos encadenados y  desahuciados,  en un instante que transcurre eterno con dos relojes. Instante cincelado en cimientos bajo azoteas que descansan sobre peldaños de papel pintado, decorando interminables aromas de impías reminiscencias.

Y emanan mieles con sabor al amargo de la almendra abandonada en el campo. De aceituna partida en la escarcha de la madrugada. De los pulsos de la tierra germinada en los abortos del cielo. De ángeles desalados y dioses sin identidad.. Y buscamos el norte de un corazón sin rumbo, en amaneceres de inmensa gratitud  donde los sueños se hilvanan con dedales de bronce y agujas de pico curvo.

Hay noches de chances embaucados. Donde los posos descafeinados resbalan por los albores de un mañana ya sereno que aprende a desaprender el pensamiento y sonríe al  horizonte en un camino sembrado de lunas y arcoiris.